Encontré, hace unos minutos, este texto que fue publicado en la página editorial de La Republica el 2002 (aunque no de forma completa). Creo que la mayor parte del texto es totalmente valido, solo tendríamos que cambiar el nombre del proyecto. En vez de hablar de Huascarán podríamos hablar de Una Laptop por Niño, Perú Educa, Todas Las Escuelas Conectadas - TEC, MABA, etc.
La respuesta a esta pregunta retórica propicia el inicio y el fin de esta reflexión. Si estuviésemos en cualquiera de los países donde se ha hecho la misma apuesta al futuro, implícita en el proyecto Huascarán, escucharíamos al unísono la respuesta: a nadie.
La respuesta a esta pregunta retórica propicia el inicio y el fin de esta reflexión. Si estuviésemos en cualquiera de los países donde se ha hecho la misma apuesta al futuro, implícita en el proyecto Huascarán, escucharíamos al unísono la respuesta: a nadie.
Sin embargo, en la actual
coyuntura no sólo no se ha querido ver al proyecto Huascarán más allá del ruido
político sino que, al parecer, sí existen algunas personas que podrían
encontrar beneficios en su fracaso como técnicos de menor nivel en búsqueda de
publicidad, periodistas facilistas que sólo encuentran la noticia en el
escándalo, especialistas en educación que reniegan de toda iniciativa que no
lideran ellos, y los enemigos políticos del régimen que buscan desprestigiar
todo lo hecho o que está por hacer este gobierno.
Felizmente el resto de los
peruanos sí estamos seguros que la inserción de la tecnología en nuestras
escuelas, con sus respectivos impactos, no sólo promueve la equidad sino que es
una clara apuesta por mejorar los niveles de productividad y competitividad de
los peruanos en el largo plazo.
Cualquiera que quiera analizar
seriamente y a fondo este proyecto lo primero que tiene que hacer es
diferenciar los objetivos de las metas. ¿Cuál es el objetivo del proyecto
Huascarán? ¿Equipar con computadoras y
conectar colegios a internet o apoyar la mejora de la calidad de la educación y
la ampliación de su cobertura en las zonas más alejadas del país?.
La tecnología en la escuela es el
medio, no el fin. Por lo tanto, el número de colegios equipados y/o conectados
no son más que una meta a cumplir en función de lograr un objetivo más elevado
y complejo. En otras palabras
el aporte del proyecto Huascarán, a la mejora en la calidad y cobertura de la
educación, no descansa en la tecnología en sí misma sino en la manera cómo ésta
será usada para apoyar la labor global de los centros educativos y la de sus
docentes.
Entendiéndolo así, antes de
empezar a desplegar la tecnología en los colegios (es decir, solucionar el
problema de acceso a computadoras y a Internet) se deben definir los objetivos
pedagógicos y luego diseñar las estrategias y procesos necesarios para alcanzar
dichos objetivos. Sólo después de eso se podrá definir la configuración tecnológica
que el proyecto Huascarán instalará.
Los objetivos pedagógicos del proyecto Huascarán no son
otros que los planteados por el propio Ministerio de Educación, mediante la
Estructura Curricular Básica. Sin embargo si existe un claro consenso en que el
uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) en el aula puede
colaborar a desarrollar la autonomía del estudiante y a que adquiera
competencias transversales como investigación, organización de conocimientos,
resolución de problemas, participación y gestión de trabajo colaborativo,
desarrollo de proyectos personales y grupales, etc. Estas competencias
dificilmente se desarrollan por si solas ante la sola exposición de alumnos y
maestros al Internet.
La propuesta pedagógica de un
proyecto como Huascarán combina el uso de la Informática con sus diversas
aplicaciones, con el uso del Internet como herramienta de comunicación,
herramienta de acceso a información y herramienta de producción de información.
En el mundo esta más validado el uso de la Informática (robótica, computadoras
y aplicaciones) como recurso educativo que el Internet. Parte del desarrollo
del proyecto es justamente validar su propuesta pedagógica con la visión de
obtener “Modelos Pedagógicos” de inserción de tecnologías digitales en los
procesos educativos.
Un análisis profundo del proyecto
Huascarán debe incluir una matriz completa de problemas como el acceso, el uso,
la apropiación, la sostenibilidad, y no sólo inverosímiles cuestionamientos
técnicos de ancho de banda.
Por todo esto llama la atención
lo expresado por el notable educador, León Trahtemberg en el sentido de que el
presupuesto del proyecto Huascarán debe concentrarse en “(…) dar acceso
inmediato a Internet a los 300 mil profesores y 8 millones de alumnos de los 50
mil colegios peruanos” y ofrece como ejemplo de entorno educativo a las miles
de cabinas públicas que “sin apoyo docente alguno” permiten a los jóvenes dar
un “salto enorme hacia la modernidad”. El completo desacuerdo en este punto no
nos impide coincidir con la preocupación del educador respecto a la relación
costo-beneficio que existe, en términos educativos, en interconectar 5,000
colegios.
No se puede dejar de ver al proyecto Huascarán como un
proyecto de inversión pública y como tal debe tener un esquema claro de retorno
social a esa inversión. De esta manera si la tecnología se despliega sin el
suficiente cuidado, no sólo se arriesga el cumplimiento de los objetivos
pedagógicos sino la continuidad de largo plazo de la misma tecnología
instalada. Un ejemplo claro de este punto es lo sucedido en los proyectos
anteriores a Huascarán que en menos de un año sólo el 20% de los colegios
atendidos seguía operativo.