martes, 23 de febrero de 2016

¿A quién le conviene que el proyecto Huascarán fracase?


Encontré, hace unos minutos, este texto que fue publicado en la página editorial de La Republica el 2002 (aunque no de forma completa). Creo que la mayor parte del texto es totalmente valido, solo tendríamos que cambiar el nombre del proyecto. En vez de hablar de Huascarán podríamos hablar de Una Laptop por Niño, Perú Educa, Todas Las Escuelas Conectadas - TEC,  MABA,  etc.

La respuesta a esta pregunta retórica propicia el inicio y el fin de esta reflexión. Si estuviésemos en cualquiera de los países donde se ha hecho la misma apuesta al futuro, implícita en el proyecto Huascarán, escucharíamos al unísono la respuesta: a nadie.

Sin embargo, en la actual coyuntura no sólo no se ha querido ver al proyecto Huascarán más allá del ruido político sino que, al parecer, sí existen algunas personas que podrían encontrar beneficios en su fracaso como técnicos de menor nivel en búsqueda de publicidad, periodistas facilistas que sólo encuentran la noticia en el escándalo, especialistas en educación que reniegan de toda iniciativa que no lideran ellos, y los enemigos políticos del régimen que buscan desprestigiar todo lo hecho o que está por hacer este gobierno.

Felizmente el resto de los peruanos sí estamos seguros que la inserción de la tecnología en nuestras escuelas, con sus respectivos impactos, no sólo promueve la equidad sino que es una clara apuesta por mejorar los niveles de productividad y competitividad de los peruanos en el largo plazo.

Cualquiera que quiera analizar seriamente y a fondo este proyecto lo primero que tiene que hacer es diferenciar los objetivos de las metas. ¿Cuál es el objetivo del proyecto Huascarán? ¿Equipar  con computadoras y conectar colegios a internet o apoyar la mejora de la calidad de la educación y la ampliación de su cobertura en las zonas más alejadas del país?.

La tecnología en la escuela es el medio, no el fin. Por lo tanto, el número de colegios equipados y/o conectados no son más que una meta a cumplir en función de lograr un objetivo más elevado y complejo. En otras palabras el aporte del proyecto Huascarán, a la mejora en la calidad y cobertura de la educación, no descansa en la tecnología en sí misma sino en la manera cómo ésta será usada para apoyar la labor global de los centros educativos y la de sus docentes.

Entendiéndolo así, antes de empezar a desplegar la tecnología en los colegios (es decir, solucionar el problema de acceso a computadoras y a Internet) se deben definir los objetivos pedagógicos y luego diseñar las estrategias y procesos necesarios para alcanzar dichos objetivos. Sólo después de eso se podrá definir la configuración tecnológica que el proyecto Huascarán instalará.

Los objetivos pedagógicos del proyecto Huascarán no son otros que los planteados por el propio Ministerio de Educación, mediante la Estructura Curricular Básica. Sin embargo si existe un claro consenso en que el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) en el aula puede colaborar a desarrollar la autonomía del estudiante y a que adquiera competencias transversales como investigación, organización de conocimientos, resolución de problemas, participación y gestión de trabajo colaborativo, desarrollo de proyectos personales y grupales, etc. Estas competencias dificilmente se desarrollan por si solas ante la sola exposición de alumnos y maestros al Internet.

La propuesta pedagógica de un proyecto como Huascarán combina el uso de la Informática con sus diversas aplicaciones, con el uso del Internet como herramienta de comunicación, herramienta de acceso a información y herramienta de producción de información. En el mundo esta más validado el uso de la Informática (robótica, computadoras y aplicaciones) como recurso educativo que el Internet. Parte del desarrollo del proyecto es justamente validar su propuesta pedagógica con la visión de obtener “Modelos Pedagógicos” de inserción de tecnologías digitales en los procesos educativos.

Un análisis profundo del proyecto Huascarán debe incluir una matriz completa de problemas como el acceso, el uso, la apropiación, la sostenibilidad, y no sólo inverosímiles cuestionamientos técnicos de ancho de banda.

Por todo esto llama la atención lo expresado por el notable educador, León Trahtemberg en el sentido de que el presupuesto del proyecto Huascarán debe concentrarse en “(…) dar acceso inmediato a Internet a los 300 mil profesores y 8 millones de alumnos de los 50 mil colegios peruanos” y ofrece como ejemplo de entorno educativo a las miles de cabinas públicas que “sin apoyo docente alguno” permiten a los jóvenes dar un “salto enorme hacia la modernidad”. El completo desacuerdo en este punto no nos impide coincidir con la preocupación del educador respecto a la relación costo-beneficio que existe, en términos educativos, en interconectar 5,000 colegios.

No se puede dejar de ver al proyecto Huascarán como un proyecto de inversión pública y como tal debe tener un esquema claro de retorno social a esa inversión. De esta manera si la tecnología se despliega sin el suficiente cuidado, no sólo se arriesga el cumplimiento de los objetivos pedagógicos sino la continuidad de largo plazo de la misma tecnología instalada. Un ejemplo claro de este punto es lo sucedido en los proyectos anteriores a Huascarán que en menos de un año sólo el 20% de los colegios atendidos seguía operativo.