miércoles, 18 de enero de 2017

¿Qué debemos hacer distinto? La consolidación de la Industria de Tecnología Educativa en América Latina

Lo que planteo en este texto proviene de 20 años de experiencia en la gestión pública y privada alrededor de la integración de la Tecnología en la escuela y el aula. Durante el 2000-2001 fui el Director Ejecutivo del Proyecto Huascarán y entre el 2011 y el 2013, Director General de Tecnología Educativa y Jefe de la Oficina de Informática del Ministerio de Educación del Perú. Este texto fue publicado originalmente en el 2015 en la Red Latinoamericana de Portales Educativos - RELPE.
América Latina tiene mas de 30 años apostando por la integración de la Tecnología en las aulas de la educación pública(1). A inicios de los 90 aparece el Internet en la escena y con él se revitalizan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Desde entonces se han hecho pilotos de todos los tipos, formas y tamaños. Programación con Logo, televisión educativa, Lego-Dacta, RIVED, WorldLinks, FutureKids, etc. También hemos visto proyectos nacionales y/o regionales. Fundación Omar Dengo, Enlaces, Proyecto Huascarán, Enciclomedia, San Luis Digital, Plan Ceibal, Conectar Igualdad, Plan Canaima, Una Laptop por niño, Luces para Aprender, etc.
Como región venimos “re inventado la pólvora” en ciclos de 4 a 5 años (según los periodos presidenciales de cada país) sin verdadero trabajo colaborativo, sin gestión del conocimiento, con poca sistematización y generación de evidencias y, sobre todo, sin continuidad. En mayor o menor medida, según el país, el principal “hilo conductor” qué ha tenido este fallido proceso es la voluntad y la dinámica de dos industrias: La de las Telecomunicaciones (TELCO) y la de las Tecnologías de la Información (TI).
Como era de temer, las evaluaciones de impacto no han sido generosas con todo este despliegue de tecnología. Mas allá de las posibles objeciones metodológicas y conceptuales que pueden suscitar los sucesivos estudios de evaluación del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) (Destacan: http://www.iadb.org/en/research-and-data/publication-details,3169.html?pub_id=IDB-WP-304,y http://home.uchicago.edu/malamud/HomeComputersPeru_AEJ_article.pdf) o el más reciente texto de la OECD, “Students, Computers and Learning: Making the Connection” basado en PISA (http://dx.doi.org/10.1787/9789264239555-en); debemos admitir que en líneas generales no se ha logrado impactar en la técnica pedagógica, no hemos cumplido la promesa de modificar la practica cotidiana del aula en la región(2).
En este punto, muchos saldrán a enarbolar la equidad como bandera y presentarán los impactos en tenencia y acceso a tecnología por niveles socioeconómicos. Con todo el respeto que esos impactos se merecen no puedo dejar de pensar en ellos como una especie de “premio consuelo” para esos gestores públicos que sin duda iniciaron su emprendimiento con la idea de impactar en los aprendizajes, inspirados por ese video de Intel de unos chicos usando videoconferencia, simuladores y una impresora 3D para construir un puente a escala.
No comparto la idea, de algunos, de que la única razón para poner Internet y equipamiento en una escuela es que los chicos aprendan mas matemáticas o que entiendan mejor lo que leen. Pero tampoco hemos logrado que el aprendizaje por proyectos interdisciplinarios, el trabajo colaborativo, la autonomía, el pensamiento crítico, el manejo audiovisual o la creatividad sean el pan de cada día en nuestras escuelas (o en nuestros currículos, sin ir más lejos.)
Han sido muchos años de “poner la carreta delante de los caballos”. Los ministerios, gobernaciones, municipios y las escuelas han sido invadidas por el mundo “corporativo”, por vendedores en saco y corbata en eventos motivacionales y deslumbrantes sobre la educación del futuro. Los canales de distribución del hardware y el software tradicionales incluyeron al sector educativo gubernamental en sus planes de ventas, cuotas y proyecciones; y fue tratado como otro segmento mas del mercado al que hay que colocarle cajas y licencias, mientras mas mejor!
La mayor parte del tiempo le hemos enviado hardware y software a las escuelas(3) como si fueran oficinas administrativas descentralizadas de los Ministerios o sucursales comerciales de una gran empresa. En realidad, muchas veces le hemos enviado justamente los mismos equipos o el mismo software. Incluso peor, le hemos comprado a ese vendedor corporativo equipamiento sobrante o en camino a la obsolescencia.
Felizmente, en paralelo han sucedido también otras cosas. En primer lugar empezaron a aparecer los profesionales híbridos (capaces de moverse entre los mundos Telco, TI y educativos con igual solvencia y naturalidad), luego algunas compañías proveedoras de material concreto y/o mobiliario expandieron sus portafolios y más recientemente los “Edupreneurs”(4) y sus “Startups”. Todo esto es parte del surgimiento de la industria de la Tecnología Educativa(5) y ha sucedido a diversas velocidades e intensidades en los distintos países de la región.
Todavía seguimos siendo gastos marginales respecto a los presupuestos de TI (equipamiento y conectividad) de los gobiernos. Seguimos siendo una especie de industria satélite que tiene pocas oportunidades, presupuestos y visibilidad política. Estamos en pleno proceso de consolidación, construyendo nuestro propio lenguaje y una oferta con productos/servicios especialmente diseñados para el proceso educativo escolar. En este camino, el proyecto One Laptop per Child – OLPC tiene un gran mérito: crea el concepto de Laptop Educativa y demuestra que se puede fabricar una computadora portátil especialmente diseñada para la educación escolar y le da visibilidad política. Sin embargo, falla estrepitosamente cuando intenta eliminar el canal de distribución (6) y llegar directamente a los gobiernos y más aún cuando saca a los docentes de la ecuación.
Y eso falló, entre otras cosas, porque así como el producto (en este caso la Laptop) tiene que ser diseñado a la medida para el alumno, toda la intervención también tiene que ser diseñada y no solo lanzar las maquinas desde un helicóptero o un camión. La clave no estaba en eliminar los intermediarios sino en reconvertirlos. Necesitamos distribuidores que sean capaces de diseñar, vender y operar soluciones educativas de verdad y no solo hacer “combos” de equipamiento (muchos tienen un discurso de venta diferenciador en el que son proveedores de “Soluciones Educativas” que consisten sólo en empaquetar laptops, routers, pizarras digitales y servidores).
Necesitamos cambiar al vendedor corporativo de saco y corbata por gente que entiende que es una evaluación de impacto o lo que es una rúbrica. Gente que no crea que Pisa es sólo un ranking de países y que sepa reconocer sus limites y potenciales. Gente que entiende que hay dos procesos pedagógicos fundamentales el de enseñanza y el de aprendizaje. Gente que sepa diferenciar el construccionismo del constructivismo… o eso ya es mucho pedir?
Rediseñar los canales de distribución de una industria (y alejarse de los que el mundo TI nos ha prestado) no es una cosa menor. Tiene que ver con el modelo de negocio, el financiamiento y los argumentos de venta. La Tecnología Educativa no necesita de distribuidores sino de Integradores, lograr eso marcará el inicio de la fase final de nuestra consolidación en América Latina.
Por supuesto, que también tenemos que asociarnos y consensuar un mínimo de cosas. Por ejemplo, que el corazón de lo que hacemos es el aprendizaje y NO la simple disponibilidad de la tecnología en el aula. O que el hilo conductor de nuestra propuesta de valor NO es el ahorro de costos, la automatización y el reemplazo de los maestros sino el desafío de aportar y facilitar la mejora de la calidad de la educación. Y, principalmente, que la Visión es la de brindar un servicio educativo individualizado a cada uno de nuestros chicos.
Notas:
Aunque en muchos casos las escuelas privadas han sufrido de lo mismo que las públicas en este caso me enfocó en la educación pública.
Vale la pena anotar que aunque no de manera sistémica si hay un enorme numero de casos específicos de maestros y/o escuelas que si han logrado cambios relevantes y significativos pero que lamentablemente su número e impacto en la matricula total de sus respectivos países me hacen pensar en ellos mas como anécdotas que como indicios de éxito de alguna política educativa nacional.
Esto sucede igual en la educación superior y aunque también es un despropósito en este texto me estoy enfocando en la educación básica.
Termino acuñado para referirse a los Emprendedores educativos que además suelen liderar proyectos en donde la tecnología y lo digital priman.
Propongo que nos diferenciemos de la Industria del Aprendizaje Digital, que ya tiene muchos años y que se ha consolidado en la capacitación corporativa principalmente. Y que, dicho sea de paso ahora empieza a mirar hacia las escuelas.
Sin entrar a los temas de calidad en hardware/software o sus planteamientos ideológicos iniciales en los que el dispositivo tenia que llegar al niño sin ninguna intermediación, incluyendo a los sistemas educativos nacionales y maestros.